Ese aroma...

- EN SERIO?! AQUÍ!?

- Sí, cómo ves? te animas o que onda?

- Pues... ahm... jeje... va...

Me tomaste de la mano y todos pudieron ver que íbamos al baño. Nuestros amigos lo hacen más notorio, pero no importa porque sólo estamos personas de confianza...

- Jaja que cagado que todos saben a lo que vamos al baño y hasta nos echan porras jaja

Apenas terminé la frase, cerré la puerta y te dejas venir. Yo creo que se pudo haber escuchado el golpe de mi espalda contra la puerta, si no fuera por la música tan fuerte que estaba en todo el bar. No sé si era la emoción de que estabas a punto de tocar, pero tus besos eran particularmente salvajes, decididos a tomar control. Yo estaba muy alterada, creo que llevábamos unos 6 meses de andar y todavía estábamos agarrando la onda. Era la primera vez que te veía así, y cosas nuevas en ese sentido me parecían fascinantes.

Me levantaste. Para mi no hay nada más sexy que el rush te haga tomar a la otra persona y levantarla, y tu, después de besarme así, me agarraste fuerte las nalgas, tus manos se bajaron rápido a los muslos y sin avisarme me levantaste y obligaste a mis piernas a que te rodearan. Empezaste a moverte, tu no tenías idea de lo caliente que estaba, y parecía no importarte, lo cual me calentaba más. Nos recorriste a la esquina y tocaste mi espalda. Me desabrochaste el bra por debajo de mi blusa y con tu mano derecha tocaste mi seno izquierdo. Nos empezamos a mover, de esos movimientos que uno hace cuando faja, a respirar rápido y a lamer lo que se encontrara nuestra lengua.

Ese día me puse minifalda porque hacía calor, y me gusta ponerme minifaldas cuando te voy a ver, y esa noche agradecí al cielo mi decisión desinteresada. Perdí el control y la razón cuando recorriste la parte baja de mi muslo con la palma de tu mano, apretando pedacito por pedacito que ibas tocando. No podía creer que todo pasara tan rápido y fuera algo tan hermoso, tan nuestro, tan íntimo. Llegaste a mi tanga, la moviste a un lado y notaste que estaba listisísima para recibirte. Hiciste un movimiento rápido en tu pantalón, MUY RÁPIDO, porque sentí la cabeza de tu pene en mi vulva. Súbitamente detuviste todo el movimiento y me miraste a los ojos, con tu mano izquierda me tocaste la frente, la recorriste hacia la parte de atrás de mi cabeza recorriendo el cabello que caía en mi cara y en un cambio repentino me penetraste al mismo tiempo que jalabas mi cabello hacia atrás y te tragabas mi cuello. No podía entender lo que estaba pasando, ni quería, sólo sentía tu pene entrar y salir y empujarme al cielo y tus dientes mordiéndome de la manera más tierna jamás.

Me preguntabas que si me gustaba y yo no podía contestar. Quería que mis ojos hablaran por mí, pero tu me querías escuchar. No pude articular palabra, solo medio gritaba y gemía, y tu me decías al oído 'así te gusta, verdad?'. Poco tiempo después me di cuenta de que esa posición es muy muy buena para que yo tenga un orgasmo rápido, y más cuando tengo ese grado de exitación. Terminé sin tocar el suelo, en tus brazos y contigo dentro de mi. Te diste cuenta y me bajaste despacio, me volteaste contra la pared y me penetraste por detrás. Yo arañaba el mosaico y tu me mordías el lóbulo de mi oreja. Cuando terminaste, gritaste muy despacio en mi oido y tomaste mi cintura hasta que te quedaste sin fuerzas.

Nunca habíamos hecho algo aí, ni te creí capaz. Me encantó la manera en la que explotaste sin decirme nada y te salió hacer algo así. Esa noche que salimos del bar íbamos agarrados de la mano y yo no te quería soltar nunca más.